Mesón de Amor:
más que una comida
La administradora del proyecto asegura que el propósito de la iniciativa trasciende brindar alimento a los universitarios
Al salir de sus clases en la tarde, dos estudiantes se dirigieron hacia la avenida José N. Gándara, al lado de la Universidad de Puerto Rico (UPR) Recinto de Río Piedras, para recibir un plato de comida libre de costo en el comedor de la Casa de Amor, Fe y Esperanza (CAFE), donde el ambiente de solidaridad hacia el estudiantado va más allá de una cena.
Las dos alumnas que entraron al establecimiento, Sabrina Cádiz Díaz y Angélica Mesa Burgos, no eran las únicas. De hecho, según la encargada del proyecto Mesón de Amor, Gladys Belkis Ortiz de Moya, diariamente alimentan, en las tardes, a entre 100 a 140 universitarios. Sin embargo, la también pastora considera que Mesón de Amor es más que un plato de comida.
“Es una familia extendida, y estamos juntos alimentando al futuro de Puerto Rico, que son nuestros estudiantes universitarios”, expresó, con convicción, Ortiz de Moya.
Apoyo a las universitarias y universitarios
Luego de un viaje misionero a Haití después del terremoto en el año 2010, los hermanos de la comunidad de fe de la pastora querían comenzar un proyecto para servir comida a las personas sin hogar del área de Río Piedras. La líder religiosa lo consideró, pero le pareció que ya existían iniciativas dirigidas a los individuos sin techo de la zona. Entonces, Ortiz de Moya cuestionó por qué no trabajar para los estudiantes si, justamente, la iglesia se ubica al lado de la UPR.
“Yo fui estudiante, mi esposo fue estudiante, y sabemos la necesidad por la que ellos pasan, principalmente aquellos con escasos recursos”, afirmó la encargada del comedor mientras repartía platos con comida en la iglesia.
El Mesón de Amor lleva ocho años suministrando comida gratis al estudiantado, puesto que los alumnos de la UPR son “estudiantes que se encuentran con un montón de limitaciones”, subrayó Ortiz de Moya. Precisamente, la líder religiosa añadió que apoyó al estudiantado durante la huelga en abril del 2010, que tenía como fin proteger la educación pública universitaria del país.
“Veíamos la situación de los estudiantes y no que querían poner bombas, ni hacer daño a la universidad. Todo lo contrario: lucharon por los derechos de los estudiantes universitarios”, explicó al recordar cómo permitió, a más de 400 estudiantes, realizar reuniones y plenos en la congregación.
En su labor por asistir a los estudiantes, Ortiz de Moya confió en los voluntarios y en las donaciones de alimentos realizadas por los empleados de agencias, corporaciones y de personas, para cocinar y regalar comida. Incluso, la comunidad de la diáspora, en Nueva York, aporta grandemente, con ayudas alimentarias, al proyecto.
“En el Mesón de Amor, yo soy una servidora”, reiteró al describir que todos los días intenta ser ejemplo de amor y servicio.
Diariamente, la pastora intenta fortalecer su relación con los estudiantes, ya sea al servirles comida o en el lavado de los platos.
“Aquí me convierto en abuela y en madre. Muchos estudiantes se acercan y me dicen: ‘Yo la veo a usted más a que mi mamá, yo la veo a usted más que a mi abuela’. Porque, a veces, pasan los meses y ellos no pueden ir a sus casas”, aseguró.
Los estudiantes internacionales también forman parte del diario vivir de Ortiz de Moya. Actualmente, el proyecto recibe alumnos de hasta 17 nacionalidades, según la cocinera. En particular, recuerda una experiencia que tuvo con un estudiante italiano.
Ortiz de Moya narró el momento en el que una puertorriqueña visitó Italia, y el guía turístico, un joven italiano, le comentó sobre el Mesón de Amor. La turista boricua pensó que el italiano se refería a la cadena de restaurantes, pero el joven le explicó que aludía al proyecto. El exalumno internacional de la UPR afirmó que, durante tres años, asistió a el Mesón de Amor para comer mientras estudió en la isla. Al regresar a Puerto Rico, la mujer encontró a la pastora para comunicarle el impacto positivo del programa, tanto a estudiantes puertorriqueños como extranjeros.
Planes futuros
En enero, Ortiz de Moya espera inaugurar el Meso-Hostal. En la segunda planta del edificio de la iglesia, terminaría de construir un hostal para unos 100 estudiantes. Además, desea fomentar aún más el Meso-Colmado, un espacio en el que los universitarios pueden tomar de las alacenas artículos esenciales, como pasta de dientes.
“Cada vez que recibo estudiantes que se han graduado, vienen acá y me dicen: ‘Yo nunca olvidaré que usted me dio de comer durante mi bachillerato, maestría o doctorado. Y hoy quiero devolver con servicio o donaciones lo que yo recibí”, recordó al sentirse gratificada por su labor.
A sus 64 años, la pastora espera seguir cultivando una relación especial con los estudiantes, que no solo recae en brindarles un plato de comida, sino, también, en “ser una madre o abuela”.